sábado, 11 de julio de 2015

Nuevo


 


  Montse 

Brienne tenía unos ojos grandes y muy azules, los ojos de una niña, confiados e inocentes, pero el resto de sus rasgos eran bastos y desproporcionados: tenía los dientes prominentes y desiguales; la boca, demasiado ancha y los labios, tan gruesos que parecían hinchados. Un millar de pecas le cubrían las mejillas y la frente, y le habían roto la nariz más de una vez. El corazón de Catelyn se llenó de compasión. «¿Hay en la tierra criatura tan desafortunada como una mujer fea?»

Y aun así, cuando Renly le quitó la capa desgarrada y le puso sobre los hombros otra con todos los colores del arco iris, Brienne de Tarth no parecía sentirse desafortunada. Una sonrisa le iluminaba todo el rostro.

—Mi vida os pertenece, Alteza —dijo con voz fuerte y orgullosa—. De ahora en adelante seré vuestro escudo: lo juro por los dioses, los antiguos y los nuevos.
Choque de reyes (Canción de Hielo y Fuego 2), George R. R. Martin
(Gigamesh, 2012) 

En mi entrada anterior mencionaba que las niñas "dulces" no suelen gustarme porque es un término que asocio a ñoñería, a pasividad, al estereotipo de la feminidad más sumisa. Y tras los comentarios de una buena amiga sobre tal asociación, quizá debería matizar mi percepción...

No digo que no se pueda ser dulce y fuerte a un mismo tiempo, sino que me identifico más con las mujeres fuertes, independientes y proactivas.

Ese es uno de los motivos por los que he elegido a Brienne de Tarth para esta entrada. Quien haya leído los libros de Canción de hielo y fuego, popularizados por la serie de TV Juego de tronos sabe perfectamente que Brienne no es dulce en absoluto; es más, para ella incluso es un insulto que pueden considerarla femenina, o que la traten como a una mujer.

Tal y como se cuenta en los libros, ella fue consciente -con dolor y pesar- del impacto que generaba su aspecto físico con los demás, especialmente en los hombres. Por ello, el aprender a luchar, el asumir un rol masculino fue su arma para protegerse del mundo. Porque, en ocasiones, si no siempre, la fortaleza es la herramienta que utilizamos para enmascarar nuestra suavidad, nuestra vulnerabilidad, nuestra dulzura... De manera, que la coraza del guerrero es algo más que un símbolo de protección.

Sin llegar a tales extremos -yo soy una mujer y como tal me comporto y me gusta que me traten (definir qué implica ser tratada como mujer es bien simple: como persona digna de respeto... sin más)- me siento muy cercana a ella, a su forma de posicionarse en el mundo y de defender su individualidad. Para mi -junto con Arya Stark, otra mujer guerrera y fuerte- es el personaje femenino más atractivo de la saga, aunque no sea uno de los protagonistas.

El otro motivo por el que la elegí es por el tema de esta entrada, nuevo. Compré hace unos días el muñeco de Brienne (también tengo el de Arya, que me lo regaló mi cuñada hace un par de semanas). Pensando en cómo enfocar el tema, qué cosas nuevas hay en mi vida, me centré en lo más obvio, lo material. Y lo más nuevo son el tatuaje que me hice hace 10 días y esta figura de Brienne que me regalé justo cuando salí del tatuador (la tienda está enfrente)

     
El tatuaje refleja la misma dualidad. La fortaleza y la determinación, por un lado, y la suavidad y la delicadeza, por otro. Al final, no me va a quedar otra que aceptar esa doble vertiente de mi. Que puede parecer fácil, pero no lo es...

Muchas mujeres que conozco -tanto en persona, como a través de los medios de comunicación o de la literatura- reflejan un camino inverso. De su vulnerabilidad parten para ganar fortaleza, asertividad, confianza en sí mismas. En mi caso, el camino es utilizar esta fuerza y esta seguridad para aceptar mi vulnerabilidad, mi parte más necesitada de ayuda y apoyo de los demás... En ello estoy.

Para terminar, una canción que habla de ese camino de convertirse en una mujer fuerte.


Brand New Me, de Alicia Keys (2012)   

 

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