miércoles, 21 de mayo de 2014

Un mundo maravilloso, o casi...


Montse

Del puntito de la palma de Bastián salía ahora un resplandor apenas perceptible, que rápidamente aumentó, iluminando en la oscuridad aterciopelada sus dos rostros de niño, tan distintos, inclinados sobre el prodigio.
Bastián retiró lentamente la mano y el punto luminoso quedó flotando entre los dos como una estrellita.
El embrión creció muy aprisa, y se podía verlo crecer. Echó hojas y tallos, y desarrolló capullos que se abrieron en flores maravillosas y de muchos colores que relucían y fosforecían. Se formaron pequeños frutos que, en cuanto estuvieron maduros, explotaron como cohetes en miniatura, esparciendo a su alrededor una lluvia multicolor de chispas de nuevas semillas.
La historia interminable, Michael Ende
(Editorial Alfaguara, 1983) 

En su última entrada, Román decía que lo que le estropea el paisaje es su congénere; y le doy la razón en parte, se supone que somos la especie más inteligente del planeta, y nuestro comportamiento a veces es realmente estúpido… no sólo a nivel particular, sino como sociedad, como grupo, como especie…

Sin embargo, también creo que como sociedad y como individuos, los seres humanos somos capaces de lo más grande, lo más sublime…

Sin entrar a detallar las grandes obras del pasado (en el arte, la ciencia, la cultura, etc.) ni los avances que permiten que nuestra actual calidad de estas son algunas personas que –hoy en día- a mi me permiten seguir confiando en el ser humano y creyendo que aún queda esperanza: 

Malala Yousafzai, con su lema “un libro, un lápiz, un maestro” y desde su blog –creado con sólo 13 años-, es un ejemplo de lucha honesta por unos principios universales, de compromiso con su mundo, de tesón y de optimismo, a pesar de las circunstancias. Lo que me gusta especialmente de ella es que sigue siendo una adolescente de 16 años, con los mismos anhelos que cualquier chica de su edad, además de ser una persona tremendamente inspiradora 

Stephen Sutton, recientemente fallecido sin haber cumplido los 20 años. Cuando le diagnosticaron cáncer elaboró una lista con las 46 cosas que quería vivir antes de morir. Entre ellas, lograr recaudar 10.000£ para la «Teenage Cancer Trust». En el momento de su fallecimiento había recaudado más de 3 millones y medio de libras. Lo que me gusta de él es cómo se enfrentó a sus circunstancias con aceptación y optimismo, pensando no sólo en sí mismo, sino en otras personas. En su lista también incluyó abrazar a un elefante o hacerse un tatuaje. 

Ryan Hreljac. En 1998, con sólo 6 años de edad, en el colegio su maestra habló sobre África, sobre las condiciones de vida de los niños allí y de cómo la sed, la falta de agua, es una de las principales causas de muerte en el continente. Averiguó que con 70 dólares podía comprarse una bomba de agua, y “trabajó” (tareas domésticas) para recaudar ese dinero. Su ejemplo motivó a su familia, vecinos y amigos, que se implicaron en su esfuerzo. Hoy, con 23 años, tiene su propia fundación (Ryan’sWell) que, además de construir pozos, proporciona educación y atención sanitaria. Lo que me gusta es cómo un sueño de niño se ha convertido en un proyecto sólido, fuerte, solidario y de futuro. 

Y sólo nombro tres que me llegan especialmente por lo jóvenes que son. También podría nombrar a todas las organizaciones que trabajan día a día con personas en dificultad social, o que viven en medio de conflictos bélicos, o que defienden el planeta. Y a todas las personas que desinteresadamente dan su tiempo, su energía, sus competencias, su compromiso a mejorar la situación de este mundo en el que vivimos.

¿El ser humano es lo peor que le ha pasado a este planeta? Puede que sí, pero también en nuestras manos está hacer un mundo mejor.

Esta canción siempre me ha gustado, en cualquiera de sus versiones. Hoy la traigo -porque creo que es la más adecuada para la entrada- versionada por Playing for change

Playing for change es un proyecto multimedia de la Fundación del mismo nombre, creada por Mark Johnson con el objetivo de inspirar y conectar el mundo a través de la música, en la creencia de que la música puede romper barreras y acortar las distancias (en todos los sentidos) entre las personas y los pueblos. Playing for Change Foundation se dedica a construir escuelas de música y de arte para niños alrededor del mundo

2 comentarios:

  1. Cuánto tiempo sin visitaros. Me ha gustado mucho tu entrada, Montse. Creo que el mundo está en nuestras manos, tanto para lo bueno como para lo malo.
    Un beso.

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    1. Aranzazu, guapa, no había visto tu comentario que llevamos tiempo sin actualizar el Blog. La recuperación de la operación está siendo algo lenta y molesta, pero ya estoy en marcha otra vez :-)

      Y sí, estoy de acuerdo contigo, en nuestras manos está que el mundo (en el que nosotros influimos, aunque sólo sea nuestra casa, o barrio, o centro de trabajo) sea un lugar mejor. Y todos esas pequeñas mejoras pueden hacer un mucho

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